Hoy hice una travesura, llegué al estacionamiento del lugar en el que me esperaba una junta por mi trabajo. Me estacioné en un lugar apartado, tenía un poco de tiempo de sobra y estaba cansando. Eché para atrás mi asiento y me puse a leer un poco. Poco antes de bajar, instintivamente abrí mi galería de fotos y me encontré un pequeño vídeo del más reciente encuentro que tuvimos con un single, le puse play y el estéreo del auto me regresó los gemidos amplificados de L*.
Mi reacción fue voltear a ver si no había llamado la atención, esperando que no hubiera más autos cercanos, de inmediato puse mi mano sobre mi pantalón y comencé a rozar mi verga mientras seguía escuchando la reproducción del vídeo una y otra vez; los monosílabos calientes de L* me rodeaban, la forma en la que pedía ser cogida, las embestidas se convertían en un eco constante.
Desabroché mi cinturón, bajé mi cierre y comencé a masturbarme, casi inconsciente de que podía ser descubierto. El vídeo me había hipnotizado y recordaba cada detalle del encuentro: cómo había comenzado a fajar con el single mientras yo tomaba algunas fotos; cómo me acercaba a L* para que nos tuviera a ambos a la altura de su boca; cómo después jugaba con mi verga mientras tenía otra en la boca.
Recordé también el momento en que se puso en cuatro, dispuesta a ser penetrada y como le gusta jugar con la herramienta de nuestro invitado, siempre recordando una curvatura que tiene y se acopla a su interior.
De repente, vino a mi memoria otro momento cuando nos turnábamos para tenerla encima de nosotros, cómo la penetrábamos un minuto y la cambiábamos sin aviso, casi como si fuera nuestro juguete sexual, pero obviamente nosotros éramos sus juguetes.
Entonces recordé que esa mujer increíble que disfrutaba tanto del sexo en el vídeo, va a la cama conmigo todas las noches y es mi cómplice. Recordaba su satisfacción mientras disparaba mi semen en la mano contraria pensando en ella.
Aquí la inspiración.