Yo te diría que no existe memoria y este es mi sitio
Y mientras no me miras te pongo el rostro de alguien más”
Quiero Club
Después del éxito obtenido en nuestra primera visita a un club swinger, decidimos probar una vez más. No fue de inmediato, no nos moríamos de ganas por pasar por el mismo rito de expectativas chocando contra una realidad menos fantástica de lo imaginado.
En esta ocasión decidimos ir a Casa Swinger – a este lugar sí le ponemos nombre por dos razones: hemos repetido y seguramente lo visitaremos de nuevo –. Siendo aventureros por naturaleza, vimos qué cambios eran necesarios para que la segunda experiencia se alejara lo más posible de la primera, que fuese más triunfante era una incógnita todavía.
Primero, decidimos ir en miércoles, es un día en el que se permite la entrada a “singles”, (nota al margen, muchos son hombres con algún compromiso, que aquí se permiten otra vida), tiene un horario flexible tipo tardeada y termina a la media noche, cual cuento de Cenicienta, además como pareja siempre hay descuento.
Llegamos temprano, las instalaciones son mucho menos ostentosas, pero amplias y prácticas para el fin último de ver, ser visto y con suerte participar. El personal es muy amable, nos recibió una host llamada *A, (nuevamente *R desataba su imaginación con ella). Nos explicó que hay un sistema de pulseras fluorescentes de colores para el nivel de “interacción” que se puede esperar de quien la porta, no quisimos elegir ninguna para no sentirnos etiquetados o comprometidos y después cambiar de opinión, también nos dio un ameno recorrido por las instalaciones.
Atento recordatorio para todos: NO ES NO.
Una de las características de este club es que al pagar tu cover, ya están incluidas las bebidas, en el pequeño bar nos atendió una barman en topless, que si bien no es la más atenta, tampoco es grosera. Una de las reglas es que NO se permite el uso del celular en la mayor parte del club. Cuando nos dijeron que esa noche habría show, pensamos lo peor, seguramente será tan aburrido como la vez pasada, pero resultó mucho más entretenido, en parte porque el animador a quién todo mundo conoce como “el abogado" es atractivo y sabe llevar al grupo mientras explica todas las reglas. *L insiste en que tendrá que resolver una disputa legal con él en algún momento. Hubo una subasta de strippers, en la que básicamente la moneda son las prendas que trae uno consigo, si es una sola prenda y te despojas de ella, llevas ventaja. Participamos de lejitos, con más pena que entusiasmo, aunque el premio era muy llamativo.
Tras tomar algunos tragos y aprovechando que en este lugar no nos dijeron qué debíamos esperar a la apertura de un espacio exclusivo, ni que estuviera prohibido arrancar con la diversión, nos pusimos a besar y fajar entre nosotros. Estábamos nerviosos de estar a la vista de todos y pendientes de que alguien se acercara sin pedir permiso. No habían pasado ni dos minutos cuando se acercó una pareja y nos dijo: “Queremos interactuar” y entonces el eufemismo preferido del #swinger cobró todo sentido. Nos agradaron muchísimo, pero justo nos levantábamos cuando otra pareja también se acercó, a ellos los habíamos observado y quizá hasta deseado desde la subasta y no podíamos creer nuestra suerte.
Nos levantamos los seis y nos dirigimos al INFIERNO, quizá el espacio más amplio luego de la pista de baile del club. Una de las chicas, de nombre *S, literalmente se fue sobre *L – ella dice que hasta la fecha es quizá la mujer que más apasionadamente la ha besado—. No la soltaba, empezaron a fajar riquísimo y su acompañante metía mano como podía entre ellas, pero de verdad *S se olvidaba del mundo y se dedicaba solo a *L. Mientras me entretenía muy bien con la otra chica, *A, sinceramente no podía creer mi suerte, una mujer de piel morena a la que seguramente me le hubiera quedado viendo en un bar vainilla. Mientras *L y S* estaban bien entradas, comencé a desnudar a *A quien me dio un rico oral, el novio de *A casi como un referee, estaba atento a que todo se hiciera con cuidado y con condón.
De repente toda la ropa voló, nos despojamos de lo que estorbara, el pudor incluido, en ese momento se unió otra pareja, de ellos ni los nombres supimos, ambos parecían muy expertos. *S no me permitía que se la mamara a su novio, ese era su lenguaje propio, su incentivo, una especie de juego de poder. La nueva pareja se puso a manosear todo lo que podía. Todos se estaban tocando y besando. R* encantado de la vida viendo de reojo, mientras *A se ponía en cuatro y pedía que la penetrara. Pero lo más importante de todo es que nos habían rodeado como 15 personas, más hombres que mujeres. El INFIERNO está decorado con algunos cuernos y ornamentas, hay pequeñas ilustraciones que simulan llamas y tiene una cama gigante en medio de todo, además es visible desde la pista de baile del primer piso y no es precisamente un cuarto oscuro.
Ante la negativa de *S de prestarme la verga de su novio, la pareja de *A se da cuenta que ella disfruta con *R por lo que se acerca a mí, en ese momento ya estoy súper prendida y deseando ser penetrada, el hombre de la otra pareja también se percata y se acerca buscando un oral. Disfruto con ambos y vemos crecer el deseo de todos los que nos rodean. R* se esforzaba en revisar cada detalle de un tatuaje que *A tenía en su cintura y hasta comenzó a darle nalgadas cuando así las pidió. Terminé con los dos hombres, *R terminó con *A, *S y su novio también terminan y se retiran, pero quedamos desnudos y demasiado calientes en el centro de la fiesta… queremos más.
Ahí es cuando *L, dice: ¿puedo probar más?, mientras se muerde el labio y entonces descubrimos que falta mucho para quedar completamente satisfechos en este escape de la realidad. *L, le hace señas a un hombre que le había gustado desde que bajamos al INFIERNO, se acerca a él al borde de la cama y comienza a darle oral, otro chico mucho menor, también se acerca y pide permiso para interactuar con ella, *L hace todo por satisfacer a los dos al mismo tiempo. Yo sé que le falta a *L en ese momento y me recuesto boca arriba, le sujeto las piernas y comienzo a comerla, está semi sentada en mi rostro y todo lo que quiero es que explote. Mientras, estoy así, sin que nos hubiéramos percatado de su acercamiento, tanto la chica de la tercera pareja que se nos unió antes, así como otra mujer que no habíamos visto en toda la noche, se pasan entre sí mi pene, lo besan, se besan, lo reviven y una de ellas pide montarlo, asiento con la cabeza.
Poco después siento toda la venida de *L, yo también explotó por completo y la mujer misteriosa, busca como terminar de satisfacerse con alguien más. El hombre que le había gustado a *L no puede continuar y se ve desconsolado de no poder seguir, el otro joven está listo y le pide permiso a *L para penetrarla. Ambos se van al centro de la cama y ella lo recibe con gusto, mientras él la está penetrando, *L me confiesa una cosa: “Necesito más, quiero probar más”, yo estoy sentado a su lado besándola y sosteniendo su cabeza, observando el deseo de todos los hombres alrededor y sé que a partir de ese momento, el centro del universo es el deseo de mi mujer, es un objeto con una fuerza gravitacional tan grande como el sol, atrae todas las miradas y muchas pisadas, la gente de seguridad se para al lado de la cama, las animadoras ven de reojo, los que permanecen en la pista de baile se asoman al balcón.
Ese día reafirmé que las mujeres nos usan a nosotros, ellas tienen una libido mayor, nosotros los hombres necesitamos reponernos, ellas necesitan solo un respiro y quizá un trago de agua. Sienten cansancio obvio, pero son superiores.
Después de terminar con aquel chico, *L se voltea a ver a otros hombres, solo los mide mediante el tacto, toma un pene y se asegura que esté listo, erecto y con condón. Ella elige, es su derecho y momento, los coge sin besos, sin permitirles que la cambien de posición, no pide nombres, ni caricias. Pide potencia, brío, ganas, que se sientan vivos y agradecidos de estar ahí en ese momento, en esa circunstancia. Algunos duran menos, otros aguantan bien, hasta que uno encuentra su ritmo y aprovecha todo el tiempo que puede, es al único que le permite el cambio de posición, lo termina y entonces como en el cuento de hadas el hechizo se rompe y se anuncia el fin de las actividades.
Mientras *R me sostenía la mano y me besaba, fue muy curioso que una chica, completamente vestida y con cierta timidez, se acercó a *R y comenzó a masturbarlo al ritmo del hombre que estaba conmigo en ese momento. Rozaba un pezón por encima de su blusa, de repente se tocaba la entrepierna, a veces subía su otra mano y se tocaba todo el resto del cuerpo o la cara, como si viviera vicariamente su deseo a través de nosotros.
Termina la fiesta, buscamos nuestras pertenencias y empezamos a vestirnos. Intercambiamos teléfonos con una pareja y un single, nunca más hablamos, la vida nos juntó en ese momento y después separó para siempre nuestros caminos. Regresamos extasiados a casa, recordando todos los detalles durante el camino, entramos a nuestra habitación y sabíamos que nos faltaba estar juntos antes de cerrar esa aventura.