martes, 14 de septiembre de 2021

El SW y la edad

Quizá tiene que ver con nuestras experiencias en clubes, pero nos cuesta trabajo entender por qué hacer restricciones o distinciones respecto de la edad de las personas que asisten a un evento Swinger.

En nuestro caso, hemos interactuando con personas en algunos clubes de las que desconocemos hasta su nombre y difícilmente podríamos decir que la edad ha sido un factor relevante en estas decisiones.

Para nosotros, la excitación es la que fuerza que nos guía, el saberse deseado y ser cómplice de un momento memorable.

En el caso de L, dos de sus personas favoritas para tener sexo están por encima de los 40 años. En el caso de R ha pasado momentos deliciosos con mujeres que están rondando los 50 años o más; además ambos hemos sido partícipes de encuentros con gente de las más diversas edades y características físicas.

Creemos que en un evento o club o fiesta, lo importante es la atracción, desde el contacto visual y la posibilidad de que haya una interacción satisfactoria para todas las partes involucradas, sin importar las etiquetas o las características de cada encuentro.

En resumen, creemos que si de edad se trata, el único requisito debería ser la mayoría de edad y la expresión manifiesta de consentimiento. 

Limitarse también reduce las experiencias que puedas disfrutar.

viernes, 10 de julio de 2020

Estacionamiento

Hoy hice una travesura, llegué al estacionamiento del lugar en el que me esperaba una junta por mi trabajo. Me estacioné en un lugar apartado, tenía un poco de tiempo de sobra y estaba cansando. Eché para atrás mi asiento y me puse a leer un poco. Poco antes de bajar, instintivamente abrí mi galería de fotos y me encontré un pequeño vídeo del más reciente encuentro que tuvimos con un single, le puse play y el estéreo del auto me regresó los gemidos amplificados de L*. 

Mi reacción fue voltear a ver si no había llamado la atención, esperando que no hubiera más autos cercanos, de inmediato puse mi mano sobre mi pantalón y comencé a rozar mi verga mientras seguía escuchando la reproducción del vídeo una y otra vez; los monosílabos calientes de L* me rodeaban, la forma en la que pedía ser cogida, las embestidas se convertían en un eco constante.
 
Desabroché mi cinturón, bajé mi cierre y comencé a masturbarme, casi inconsciente de que podía ser descubierto. El vídeo me había hipnotizado y recordaba cada detalle del encuentro: cómo había comenzado a fajar con el single mientras yo tomaba algunas fotos; cómo me acercaba a L* para que nos tuviera a ambos a la altura de su boca; cómo después jugaba con mi verga mientras tenía otra en la boca. 

Recordé también el momento en que se puso en cuatro, dispuesta a ser penetrada y como le gusta jugar con la herramienta de nuestro invitado, siempre recordando una curvatura que tiene y se acopla a su interior.

De repente, vino a mi memoria otro momento cuando nos turnábamos para tenerla encima de nosotros, cómo la penetrábamos un minuto y la cambiábamos sin aviso, casi como si fuera nuestro juguete sexual, pero obviamente nosotros éramos sus juguetes. 

Entonces recordé que esa mujer increíble que disfrutaba tanto del sexo en el vídeo, va a la cama conmigo todas las noches y es mi cómplice. Recordaba su satisfacción mientras disparaba mi semen en la mano contraria pensando en ella.

Aquí la inspiración

jueves, 21 de mayo de 2020

Escritos al azar

Disfruto la manera en que me miras, no es vanagloria, pero aprendí a distinguir tus miradas. Me complace sonrojarte, hacer que cambie tu semblante y se torne nervioso, que busques la manera de acercarte y tener contacto conmigo, en muchas ocasiones sin disimulo. Me gusta sentir como aprietas mi cuerpo al tuyo al abrazarnos y como tus manos buscan un espacio para esconderse de las miradas que nos rodean y recorren mi cuerpo en señal de “no te olvido”. Hacernos creer que cada uno tiene el control, es un gran placer en este juego.

Le hemos dejado nuestros encuentros a la casualidad y ese es su verdadero encanto.

Corona Capital

La lluvia caía de manera despiadada, ni siquiera habíamos ingresado al festival y ya parecía que habíamos saltado a una alberca, pero con la ropa puesta. Cuando por fin pudimos entrar se habían suspendido las presentaciones, una hora después el sol salió y no volvió a llover más en el día, no sería necesario, la falta de un drenaje adecuado y el tipo de piso convirtieron casi todas las zonas del festival en un gran charco y lo que no era agua, era lodo.
Vimos varias presentaciones intentando salvar el frío, tiritando cuando eran cosas tranquilas o brincando cuando así lo ameritaba. Al final de una de esas presentaciones tres chicos estaban intentando ponchar un churro, quizá el frío no les permitía hacerlo correctamente, así que L* los vio y se ofreció a ayudarlos, se quitó su arete y con toda una delicadeza experta, terminó de armar el toque. En agradecimiento nos convidaron todo lo que pudimos aguantar y comenzamos un nuevo viaje.

Mientras caminábamos hacia la zona principal y escuchábamos a cierta distancia a Damon Albarn, se acercó una pareja a nosotros, ambos se veían felices de estar ahí, fue tan natural su manera de abordarnos que jamás creímos lo que pasaría más adelante.

Él, Ro* (para distinguirlo de R* en esta relación) era alto y de tez blanca, con ojos coquetos, hablaba con muchísima seguridad y nos dijo: “¿Qué toman? ¿Quieren otra cerveza?” y sin chistar llamó a los vendedores ambulantes para que nos dejara nuevas bebidas a los cuatro (creo que repitió el rito como 4 veces más). Ella, C*, era de tez morena y tenía muchísima energía y ánimo para como estaba el clima, se movía con gracia o cierta coquetería para decir cada palabra y comenzó a preguntar: “¿Han disfrutado el festival? ¿Habían venido antes, han ido a otros festivales? ¿Qué es lo que más quieren ver?”.

En medio de nuestra extrañeza por tanta calidez, empezamos a contestar con sinceridad que salvo la lluvia y el frío, todo había sido magnífico. Brindamos por estar ahí, disfrutando de la música, por habernos encontrado sin siquiera conocernos y empezamos a hacer planes como una salida futura, incluso intercambiamos teléfonos con menos de 5 minutos de charla. Nos invitaron al departamento de C*, nunca nos confirmaron si eran “novios”, más bien, entendimos que eran amigos que se divertían sin etiquetas.

Parecía que todo iba por buen camino, en algún momento L* y yo nos volteamos a ver, como preguntando si es que C* se sentía atraída y estaba coqueteando con ella. En medio del set de HAIM y cuando las cervezas ya se habían instalado en nuestros cuerpos, C* de la nada, se lanza a los labios de L*, quién por primera vez en su vida era besada por una chica de esa manera. A mi me pareció como si el deseo de L* hubiera estado contenido, oculto, pero listo para salir, con una naturalidad increíble le devolvió el beso y no solo eso, sino que subió de intensidad. Por un momento parecía un partido de tenis, una de ellas lanzaba una ofensiva y la otra contestaba con la misma intensidad.

R* y Ro* se preguntaban qué había pasado, cómo se había llegado con tanta naturalidad a un beso así de apasionado de dos chicas extrañas apenas unos minutos antes pero el espectáculo era demasiado bueno como para quejarse. El beso se extendía y se extendía en tiempo y se incrementaba e incrementaba en intensidad, las manos acompañaron a los labios y comenzaba lo que los clásicos llamarían, un buen “faje”.

La gente alrededor de los cuatro, empezaba a abrirse, para darnos cierto espacio, pero también para poder disfrutar de manera voyeurista de un beso entre dos chicas guapas. Un asistente me preguntó: “¿Oye es tu novia?” Y le contesté: “No, es mi esposa”, luego insistió con otra pregunta: “¿Y qué sientes que la esté besando así?”, a lo que de inmediato contesté: “¡Me encanta, me prende muchísimo que lo esté haciendo!”.

En algún momento, C* y L* bajaron de esa nube de ensueño de su beso y se dieron cuenta que teníamos la mirada puesta en ellas y que nos habían hecho inmensamente felices. De repente, todo indicaba que ese era solo el inicio. Ro* volteó a verme y dijo: “¿Podría besar yo a L*? a lo que contesté lo que siempre contestó desde ese momento y hasta hoy que nos identificamos como SWINGERS: “Pregúntale a ella, no soy su dueño”.

Sin más preámbulo, Ro* también se abalanzó sobre L*, mientras que C* y yo nos dimos cuenta que podríamos jugar el mismo juego. Hubo un intercambio de rostros, labios y lenguas sin planearlo y además en público que seguramente debe haber desconcertado a muchísimos asistentes, o, por el contrario, los excitó. Cada una de las nuevas parejas formadas se besaba con intensidad y ocupaba sus manos de la mejor manera posible, si había algún respiro era para voltear a ver al acompañante inicial e indicar con la mirada que la estábamos pasando de maravilla.

En algún momento, L* y yo nos acercábamos al oído y compartíamos impresiones sobre la forma de besar de nuestros nuevos “amigos”, como si quisiéramos corroborar que eran otros los besos que recibíamos. De pronto los besos dejaron de ser de 2 y comenzaron a ser de 3 participantes, nos turnábamos para hacer con C* y L* una increíble trinidad de deseo y lujuria. Cuando alguno de los dos hombres no estaba pegado a los labios de las chicas, comenzaba a danzar por el cuerpo de alguna de ellas, los botones de la blusa de C* empezaron a dejar de encerrar sus senos, las manos de Ro* se colocaban por debajo de la playera de L* para acariciar sus pezones, la mano derecha de R* empujaba el cierre y el botón del short de mezclilla de C* viendo que tanta resistencia tendría la tela y corroborando si habría humedad ahí debajo.

El mundo había desaparecido alrededor de nosotros, estuvimos algunos minutos así, jamás supimos si alguien sacó un celular y nos grabó. La intensidad iba creciendo y creciendo, parecía una coreografía pre-planeada y cada partícipe sabía que hacer. El show en el escenario principal seguía cautivando a todos, pero para un grupo de personas nosotros nos habíamos convertido en el espectáculo que acompañaba la música.

De repente surgió un atisbo de cordura, o quizá era la calentura dando instrucciones y Ro* dijo: “Vayamos a otro lado, para terminar esto”, nos hubiera encantado, pero faltaba el cierre del festival. Posiblemente el frío, los zapatos llenos de lodo, la ropa completamente mojada hicieron que C* se sintiera un poco mal y resbaló llevando a L* al piso con ella, pronto nos dimos cuenta que aquella noche no continuaríamos con esa aventura, además de pensar en encontrar en ese momento un hotel incluyente que permitiera a cuatro locos llenos de lodo entrar a coger en una sola habitación.

La chispa que había iniciado un incendio con tanta rapidez dio paso a un bajón necesario. L* y yo nos concentramos en sobrevivir para ver el final del festival, pero dentro de nosotros sabíamos que justo lo que acabábamos de experimentar era apenas el primer paso en una aventura que queríamos emprender.
Recuerden que intercambiamos teléfonos.

Club Swinger (2da. visita)

"Y si me preguntaras ¿cuál es mi nombre y dónde me has visto?

Yo te diría que no existe memoria y este es mi sitio

Y mientras no me miras te pongo el rostro de alguien más”

Quiero Club

Después del éxito obtenido en nuestra primera visita a un club swinger, decidimos probar una vez más. No fue de inmediato, no nos moríamos de ganas por pasar por el mismo rito de expectativas chocando contra una realidad menos fantástica de lo imaginado.

En esta ocasión decidimos ir a Casa Swinger – a este lugar sí le ponemos nombre por dos razones: hemos repetido y seguramente lo visitaremos de nuevo –. Siendo aventureros por naturaleza, vimos qué cambios eran necesarios para que la segunda experiencia se alejara lo más posible de la primera, que fuese más triunfante era una incógnita todavía.

Primero, decidimos ir en miércoles, es un día en el que se permite la entrada a “singles”, (nota al margen, muchos son hombres con algún compromiso, que aquí se permiten otra vida), tiene un horario flexible tipo tardeada y termina a la media noche, cual cuento de Cenicienta, además como pareja siempre hay descuento.

Llegamos temprano, las instalaciones son mucho menos ostentosas, pero amplias y prácticas para el fin último de ver, ser visto y con suerte participar. El personal es muy amable, nos recibió una host llamada *A, (nuevamente *R desataba su imaginación con ella). Nos explicó que hay un sistema de pulseras fluorescentes de colores para el nivel de “interacción” que se puede esperar de quien la porta, no quisimos elegir ninguna para no sentirnos etiquetados o comprometidos y después cambiar de opinión, también nos dio un ameno recorrido por las instalaciones.

Atento recordatorio para todos: NO ES NO.

Una de las características de este club es que al pagar tu cover, ya están incluidas las bebidas, en el pequeño bar nos atendió una barman en topless, que si bien no es la más atenta, tampoco es grosera. Una de las reglas es que NO se permite el uso del celular en la mayor parte del club. Cuando nos dijeron que esa noche habría show, pensamos lo peor, seguramente será tan aburrido como la vez pasada, pero resultó mucho más entretenido, en parte porque el animador a quién todo mundo conoce como “el abogado" es atractivo y sabe llevar al grupo mientras explica todas las reglas. *L insiste en que tendrá que resolver una disputa legal con él en algún momento. Hubo una subasta de strippers, en la que básicamente la moneda son las prendas que trae uno consigo, si es una sola prenda y te despojas de ella, llevas ventaja. Participamos de lejitos, con más pena que entusiasmo, aunque el premio era muy llamativo.

Tras tomar algunos tragos y aprovechando que en este lugar no nos dijeron qué debíamos esperar a la apertura de un espacio exclusivo, ni que estuviera prohibido arrancar con la diversión, nos pusimos a besar y fajar entre nosotros. Estábamos nerviosos de estar a la vista de todos y pendientes de que alguien se acercara sin pedir permiso. No habían pasado ni dos minutos cuando se acercó una pareja y nos dijo: “Queremos interactuar” y entonces el eufemismo preferido del #swinger cobró todo sentido. Nos agradaron muchísimo, pero justo nos levantábamos cuando otra pareja también se acercó, a ellos los habíamos observado y quizá hasta deseado desde la subasta y no podíamos creer nuestra suerte.

Nos levantamos los seis y nos dirigimos al INFIERNO, quizá el espacio más amplio luego de la pista de baile del club. Una de las chicas, de nombre *S, literalmente se fue sobre *L – ella dice que hasta la fecha es quizá la mujer que más apasionadamente la ha besado—. No la soltaba, empezaron a fajar riquísimo y su acompañante metía mano como podía entre ellas, pero de verdad *S se olvidaba del mundo y se dedicaba solo a *L. Mientras me entretenía muy bien con la otra chica, *A, sinceramente no podía creer mi suerte, una mujer de piel morena a la que seguramente me le hubiera quedado viendo en un bar vainilla. Mientras *L y S* estaban bien entradas, comencé a desnudar a *A quien me dio un rico oral, el novio de *A casi como un referee, estaba atento a que todo se hiciera con cuidado y con condón.

De repente toda la ropa voló, nos despojamos de lo que estorbara, el pudor incluido, en ese momento se unió otra pareja, de ellos ni los nombres supimos, ambos parecían muy expertos. *S no me permitía que se la mamara a su novio, ese era su lenguaje propio, su incentivo, una especie de juego de poder. La nueva pareja se puso a manosear todo lo que podía. Todos se estaban tocando y besando. R* encantado de la vida viendo de reojo, mientras *A se ponía en cuatro y pedía que la penetrara. Pero lo más importante de todo es que nos habían rodeado como 15 personas, más hombres que mujeres. El INFIERNO está decorado con algunos cuernos y ornamentas, hay pequeñas ilustraciones que simulan llamas y tiene una cama gigante en medio de todo, además es visible desde la pista de baile del primer piso y no es precisamente un cuarto oscuro.

Ante la negativa de *S de prestarme la verga de su novio, la pareja de *A se da cuenta que ella disfruta con *R por lo que se acerca a mí, en ese momento ya estoy súper prendida y deseando ser penetrada, el hombre de la otra pareja también se percata y se acerca buscando un oral. Disfruto con ambos y vemos crecer el deseo de todos los que nos rodean. R* se esforzaba en revisar cada detalle de un tatuaje que *A tenía en su cintura y hasta comenzó a darle nalgadas cuando así las pidió. Terminé con los dos hombres, *R terminó con *A, *S y su novio también terminan y se retiran, pero quedamos desnudos y demasiado calientes en el centro de la fiesta… queremos más.

Ahí es cuando *L, dice: ¿puedo probar más?, mientras se muerde el labio y entonces descubrimos que falta mucho para quedar completamente satisfechos en este escape de la realidad. *L, le hace señas a un hombre que le había gustado desde que bajamos al INFIERNO, se acerca a él al borde de la cama y comienza a darle oral, otro chico mucho menor, también se acerca y pide permiso para interactuar con ella, *L hace todo por satisfacer a los dos al mismo tiempo. Yo sé que le falta a *L en ese momento y me recuesto boca arriba, le sujeto las piernas y comienzo a comerla, está semi sentada en mi rostro y todo lo que quiero es que explote. Mientras, estoy así, sin que nos hubiéramos percatado de su acercamiento, tanto la chica de la tercera pareja que se nos unió antes, así como otra mujer que no habíamos visto en toda la noche, se pasan entre sí mi pene, lo besan, se besan, lo reviven y una de ellas pide montarlo, asiento con la cabeza.

Poco después siento toda la venida de *L, yo también explotó por completo y la mujer misteriosa, busca como terminar de satisfacerse con alguien más. El hombre que le había gustado a *L no puede continuar y se ve desconsolado de no poder seguir, el otro joven está listo y le pide permiso a *L para penetrarla. Ambos se van al centro de la cama y ella lo recibe con gusto, mientras él la está penetrando, *L me confiesa una cosa: “Necesito más, quiero probar más”, yo estoy sentado a su lado besándola y sosteniendo su cabeza, observando el deseo de todos los hombres alrededor y sé que a partir de ese momento, el centro del universo es el deseo de mi mujer, es un objeto con una fuerza gravitacional tan grande como el sol, atrae todas las miradas y muchas pisadas, la gente de seguridad se para al lado de la cama, las animadoras ven de reojo, los que permanecen en la pista de baile se asoman al balcón.

Ese día reafirmé que las mujeres nos usan a nosotros, ellas tienen una libido mayor, nosotros los hombres necesitamos reponernos, ellas necesitan solo un respiro y quizá un trago de agua. Sienten cansancio obvio, pero son superiores.

Después de terminar con aquel chico, *L se voltea a ver a otros hombres, solo los mide mediante el tacto, toma un pene y se asegura que esté listo, erecto y con condón. Ella elige, es su derecho y momento, los coge sin besos, sin permitirles que la cambien de posición, no pide nombres, ni caricias. Pide potencia, brío, ganas, que se sientan vivos y agradecidos de estar ahí en ese momento, en esa circunstancia. Algunos duran menos, otros aguantan bien, hasta que uno encuentra su ritmo y aprovecha todo el tiempo que puede, es al único que le permite el cambio de posición, lo termina y entonces como en el cuento de hadas el hechizo se rompe y se anuncia el fin de las actividades.

Mientras *R me sostenía la mano y me besaba, fue muy curioso que una chica, completamente vestida y con cierta timidez, se acercó a *R y comenzó a masturbarlo al ritmo del hombre que estaba conmigo en ese momento. Rozaba un pezón por encima de su blusa, de repente se tocaba la entrepierna, a veces subía su otra mano y se tocaba todo el resto del cuerpo o la cara, como si viviera vicariamente su deseo a través de nosotros.

Termina la fiesta, buscamos nuestras pertenencias y empezamos a vestirnos. Intercambiamos teléfonos con una pareja y un single, nunca más hablamos, la vida nos juntó en ese momento y después separó para siempre nuestros caminos. Regresamos extasiados a casa, recordando todos los detalles durante el camino, entramos a nuestra habitación y sabíamos que nos faltaba estar juntos antes de cerrar esa aventura.

Club swinger (1era. visita)

"There were words of lust / In these arms, arms of a stranger"
Dark Tranquillity

Quizá seamos atípicos o quizá solo sea el hecho de que cada pareja es distinta y tiene sus propias reglas, su propio lenguaje. 

Nosotros creíamos que no habíamos iniciado en el mundo del swinger porque nos faltaba visitar un club. Habíamos fantaseado con ello, hablado, imaginado y saboreado lo que podría pasar ahí, pero nos refrenábamos. Todo lo anterior a la visita a un club había sido sexualidad compartida, amistades invitadas a la cama, tríos (las dos combinaciones comunes) tras mucho vino y bastante charla, incluso hasta habíamos transgredido en cierta medida espacios vainilla, sorprendíamos a los comensales con besos entre tres, pero nada más.

Nos habíamos decidido un par de veces (una de ellas *L se veía francamente espectacular, vestido en un tono casi durazno que combina con su hermoso culo) y al final el nervio nos había traicionado. Nos preguntábamos cosas como: 

- ¿Y si llegamos tarde y todo mundo ya está cogiendo? (No conocíamos el eufemismo y slang propios del swinger, como para utilizar "interactuar") 
- ¿Y si nos encontramos a alguien del trabajo o la familia? 
- ¿Y si a nadie le parecemos un poco atractivos?

En una celebración de aniversario, una de las mejores por cierto, tras una cena increíble que se había tardado meses en concretar y con el ánimo hasta arriba decidimos asistir a un club, le habíamos visto todo: código postal, costo, rutas de escape y demás. Francamente teníamos miedo. Fuimos recibidos por personal muy amable, las instalaciones eran mucho mejor de lo que esperábamos, una gran casona convertida en una especie de antro y nos mostraron lo que nos dijeron eran "cuartos oscuros". Asistimos un sábado, día de parejas, prácticamente entramos justo cuando abrieron el club. La anfitriona se acercó a platicar con nosotros, como si hubiera olido nuestro miedo. Yo *R, hasta me permití fantasear con ella, una mujer muy atractiva que amablemente nos dijo que su interés era más bien comercial. 

A partir de ahí todo fue en picada, no nos animábamos a charlar con nadie, hubo un par de shows, que dicho amablemente nos bajó toda la libido, escuchamos un par de comentarios despectivos de una pareja vecina de mesa respecto al matrimonio que también nos incomodó. Además había la restricción de no pasar a ninguna de las áreas destinadas para la diversión hasta que concluyeran los espectáculos. 

Muy entrada la noche y casi arrepentidos de nuestra primera incursión, nos aproximamos a uno de los cuartos oscuros. No sé si era la molestia, la frustación o la falta de aire pero *L se sintió un tanto mareada, me pidió salir y creí que nuestra primera visita sería un fracaso total. Quizá porque *L siempre intenta ver las cosas positivas, tras unos minutos me dijo: "regresemos, cualquier cosa hagamos algo tú y yo". Comenzó a darme sexo oral, increíble como siempre, ahí me percaté que una pareja que se había sentado cerca de nosotros en el área común, comenzaba a hacer lo propio. Él era atractivo, conozco bien los gustos de mi mujer: alto, con una sombra de barba, de ojos claros pero piel morena, con porte, ella tenía un cuerpo lleno de curvas, pero bajita. 

Bajé mi mirada a *L y le dije: "él te desea, mientras su chica se la está mamando solo voltea a ver hacia ti". Sin mediar palabra, nos dijimos con la mirada que se acercaran. Cada una de ellas tomó el pene nuevo y siguieron con lo que estaban. Tras unos minutos, *L me pide que le ayuda a desnudarla, fue delicioso sostener su mano mientras se quitaba la tanga para alguien más, quizá las únicas palabras que nos dijeron fue: "ella quiere probar un poco con una chica", se besaron y tocaron, pero ella no parecía completamente a gusto, él se desnudó por completo y comenzó a penetrar a *L, yo había preguntado si podía hacer lo mismo y la respuesta fue NO, pero me dejó seguir tocándola y chupar sus senos. *L se pone encima de la chica y siguen besándose mientras él toma ritmo y la nalguea exactamente como le gusta. La chica y yo nos damos cuenta que la química es entre nuestras parejas y los dejamos terminar. Él le pide venirse en su boca y poco a poco la va abriendo con el pulgar, se viene ríquisimo y *L recibe y traga todo, veo como lo disfruta. Él termina la noche dándole un pequeño beso a *L, toma de la mano a su chica y salen del cuarto oscuro. 
Jamás supimos ni sus nombres.

Consultas

"No hay que prometer nada porque las promesas son horribles ataduras,
y cuando uno se siente amarrado tiende a liberarse, eso es fatal."


Mario Benedetti

- ¿Quieres contarme?
- Sí, claro, ¿o prefieres en persona?
- Como gustes.
- Esta ocasión desde que salió su paciente puso su mirada en mis piernas, las veía y las veía. Yo las tenía cruzadas, hoy traje mallas. Se fue su paciente y no llegaba la terapeuta. Él desde su consultorio estaba asomado solo viéndome. Pasados unos minutos de que entró *M se volvió a asomar y me hizo un guiño.
- ¿Cómo diciendo, "vamos"?
- Más como de gracias por el espectáculo, te estoy “sabroseando”.
- Acto seguido salió de su consultorio y un par de minutos después yo pedí las llaves del baño de mujeres. Llegando al pasillo vi que estaba afuera de la puerta del baño de hombres y me invitó a subir con la mano. Ya en el baño se paró detrás de mí, olió mi cabello, besó mi cuello y puso sus manos al frente, debajo del vestido. Hizo un “ruidito” delicioso cuando sintió las mallas y se dirigió a mi pucha, la tocó por encima de las mallas, mientras yo acariciaba su verga, por encima del pantalón. Poco después la sacó y estaba completamente dura, me volteé, la tomé con mi mano, me agaché y la metí en mi boca por unos minutos. Ahí me entretuve, le gustó lo que hacía.
- Obvio, que delicia.
- Después me volteó nuevamente, sacó su muy “convenientemente guardado condón” del pantalón, me bajé las medias lo suficiente para recibirlo, me agarró las nalgas, las abrió y me la metió, me las levantó y yo comencé a echarlas para atrás. Las apretaba cada vez más y más. Me dio unas nalgadas mientras seguía empujándola. Metió la mano debajo del vestido hasta llegar a mis senos, las agarró y apretó, luego sólo rozó un pezón. Puso su mano detrás de mi cabeza y tomó mi cabello, lo comenzó a jalar un poco y me preguntó si así me gustaba. Siguió dándome hasta que se vino. Me apretaba delicioso cuando me estaba penetrado y vimos nuestro reflejo por el espejo.
- ¿Parecido a la vez que te veía desde la cama mientras te corrías con *D?
- Más breve, pero sí.
- ¿Rico entonces, mejor que la vez pasada?
- Yo me acomodé y él dijo: “están increíbles estas escapadas”. Disfruté que fuera un poco más de tiempo que la vez pasada. 
- Chale y uno nada más leyendo. Te amo, te voy a tener que traer al trabajo pronto, quiero darte justo detrás de la puerta. Que tus brazos la empujen para cerrarla mientras te penetro.
- ¿Quisieras vernos?
- Sí, “please”. Quiero verte coger con él. Claro que sí
- Y con *F también. Es más, creo que hasta me aguantaría de no darte en ese momento (Jamás he podido contenerme, ahora que lo recuerdo).
- No lo sé, son vainilla, que tal que a la mera hora les gana el nervio. No a todos les gusta ser vistos.
- Buen punto, pero estaría padre probar.
- Sí, sí. Te amo, gracias por dejarme ser y estar a mi lado.

El SW y la edad

Quizá tiene que ver con nuestras experiencias en clubes, pero nos cuesta trabajo entender por qué hacer restricciones o distinciones respect...